CULTIVOS RENTABLES Y EN ALZA: ALMENDRO

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En el año 2018 España fue el tercer productor mundial de almendra, alcanzando un volumen de cosecha del 4%, siendo Estados Unidos el primero, ya que representa el 80%. Este hecho acarrea sus ventajas, dado que sus modelos de cultivo pueden tomarse como punto de referencia para aquellos que se planteen comenzar. A pesar de lo que podría pensarse, la extensión dedicada al cultivo del almendro es mucho mayor en España. La diferencia de productividad se debe al sistema de producción en California, intensivo, altamente tecnificado y en regadío. Al contrario de lo que ocurre con el pistacho, cuya popularidad es una tendencia y, por tanto, se desconoce su evolución con el tiempo, el mercado del almendro es mucho más estable actualmente. Aún así hay que tener presente que el mercado puede sufrir cambios de un momento a otro, es decir, no se puede saber con exactitud lo que va a suceder más allá de las predicciones.

  • Características generales

El almendro (Prunus dulcis) es un árbol caducifolio, perteneciente a la familia de las rosáceas, poco frondoso, de porte generalmente erguido, aunque algunos son más o menos abiertos. Dentro de esta especie puede hacerse una clasificación de tres grupos taxonómicos, que son Communis (almendro común), Amara (almendro amargo) y Fragilis (almendro mollar). Los almendros se diferencian del resto de especies del género Prunus por su tamaño y hojas alargadas, aunque la principal característica distintiva son los frutos de color verde, que difieren por complejo de los frutos de colores vistosos, como el rojo y el morado, propios de este género. 

Presenta un tronco no muy vigoroso, cuya corteza es lisa y verdosa cuando la planta es más joven, pasando a rugosa y agrietada, de tonalidades más oscuras a medida que se va desarrollando. Las ramas pueden presentar o no espinas y las hojas son alargadas, estrechas y puntiagudas, con el limbo dentado. La anchura de las hojas, así como su disposición en el tallo ayudan a distinguir las diferentes variedades. 

El sistema radical se encuentra adaptado a las condiciones propias de un clima seco, es decir, es potente, poco ramificado y cuenta con un buen anclaje. Las raíces están bastante lignificadas, lo que implica que la mayor parte del agua de la membrana de las células ha sido sustituida por lignina, llevando al endurecimiento y aumento de volumen de la misma. A la hora de iniciar un cultivo es necesario tener presente que no presentan una alta tolerancia a los trasplantes.

Las yemas pueden clasificarse en terminales o apicales, dispuestas en un extremo de la rama y axilares o laterales, que como su propio nombre indica se sitúan en el lateral del tallo. Las yemas apicales son siempre vegetativas, por lo que nunca dan flor y se relacionan con el crecimiento longitudinal.

Las flores son hermafroditas y autoestériles, por lo que para garantizar la perdurabilidad del cultivo se precisan dos individuos con polen compatible a nivel fisiológico y, por supuesto, con la misma época de floración. Es decir, precisan de lo que se conoce como fecundación o polinización cruzada, para lo cual es clave la acción de los insectos polinizadores, ya que en contraposición a lo que sucede con el pistacho, la acción del viento no resulta suficientemente efectiva.

  • Condiciones del medio

En relación con la temperatura, cabe mencionar que el almendro es una especie criófila, lo que indica que depende del frío para poder salir de la dormición invernal. En definitiva, se necesita un cómputo final de entre 169 y 713 horas de frío, por debajo de los 7 ºC, para asegurar la correcta consecución del ciclo. La amplitud del rango de horas se debe a la diversidad de variedades, cada una de las cuales requiere un número de horas concreto. Asimismo, resultan imprescindibles las horas de calor previas a la floración, cuya duración debe estar entre las 470 y 1100 horas. El conjunto de horas de calor y frío determina, por tanto, la fecha de floración. Respecto al desarrollo y crecimiento del árbol, la temperatura óptima se sitúa entre los 18 y los 32 ºC, siendo así una de las especies con mayor tolerancia frente a temperaturas estivales altas. Los síntomas característicos de golpes de calor, como la deshidratación de los tejidos tiernos (hojas), apenas se manifiestan en el almendro. Sin embargo, en aquellos casos en los que las temperaturas superen los 35 ºC, la actividad fotosintética puede verse seriamente comprometida, pudiendo llegar incluso a desencadenar un estado de parada vegetativa, con el fin de resistir esa adversidad sin que el árbol sufra graves daños. El principal limitante en relación a la temperatura son las heladas tardías, que afectan directamente a la floración.

En cuanto a las precipitaciones es importante destacar que no deben darse en el periodo de fructificación, ya que al encontrarse el fruto abierto, es posible que la semilla llegue a pudrirse. Además son capaces de tolerar veranos cálidos y secos, es decir, que el agua no constituye un factor muy limitante.

Los suelos más adecuados para el cultivo del almendro son los alcalinos y arenosos, de manera que esta especie presenta una baja tolerancia a los suelos salinos, sobre todo a aquellos con altas concentraciones de cloruro de sodio. La profundidad del suelo también es otro factor a tener en cuenta, ya que cuanto más profundo sea el suelo más se ve beneficiada la expansión de las raíces, que además de desarrollarse en profundidad lo hacen también superficialmente, aprovechando así más la aireación y el agua de lluvia. Debido a su antagonismo, las raíces se repelen al entrar en contacto unas con otras, facilitando la explotación de la totalidad del volumen de tierra. Por este motivo se recomienda el establecimiento de marcos de plantación amplios, que no impidan el desarrollo del sistema radical de los árboles. Dado que no toleran el encharcamiento se precisa un suelo con un buen drenaje.

  • Manejo

Al igual que sucede con el pistacho, la forma más común de producción de almendras es el secano, en el cual se obtiene aproximadamente por árbol una media de 7 kg por año. Si se espera conseguir un mayor rendimiento se precisa un modelo de cultivo de regadío o de riego deficitario, donde se obtienen unos 15 kg, es decir, se duplica la producción. Se establece que una plantación es de regadío cuando se efectúa una aportación de agua hasta que se cubren las necesidades de la planta. En el riego deficitario se llevan a cabo aportes de agua de una manera más estratégica, en base a la fenología del cultivo, pero siempre con cantidades superiores a los 1000 m3/ha/año. El objetivo de esta técnica es el de asegurar un nivel de producción alto con un consumo de agua inferior a los sistemas de regadío tradicionales. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que el establecimiento de un cultivo de regadío lleva asociados una serie de gastos, superiores a los del secano. El método de riego más utilizado es el riego por goteo, ya que evita las pérdidas de agua por acumulación excesiva.

Una vez tomada la decisión sobre el sistema que se va a implementar en la finca (secano o regadío), debe diseñarse un marco de plantación, en base a las características del medio y la disponibilidad de agua, factor clave en los sistemas de secano, así como a la maquinaria que pretenda emplearse. Para aquellas variedades con un elevado vigor se recomiendan unos marcos de plantación de 7 x 7 m o 7 x 6 m. Sin embargo, en aquellas con un vigor más moderado se pueden reducir a 6 x 6 m o 6 x 5 m. Hay que tener presente que en el caso de los sistemas de secano el árbol debe tener una superficie amplia disponible para que su sistema radical pueda expandirse en la búsqueda de agua. Asimismo, en los sistemas de regadío el espacio también debe garantizarse para evitar que se den fenómenos de competencia por la luz.

  • Poda

Se puede establecer una distinción entre tres tipos de poda que son la de formación, la de fructificación y la de renovación. La primera de ellas es la que se lleva a cabo los primeros años de vida del árbol, hasta aproximadamente el sexto o séptimo año, momento en el cual el almendro está prácticamente desarrollado. Su objetivo es el de dar forma a la estructura final que se desea que tenga. Bajo este término se recoge también la poda de plantación, en la cual se cortan las raíces que puedan estar dañadas o las que resulten demasiado largas, en el momento en que se planta el árbol. A partir de la poda de fructificación se busca conseguir una mejora de los valores de producción, para lo cual se recortan ramas viejas, dañadas o que no son lo suficientemente productivas, favoreciendo una sustitución por otras más jóvenes. Debe tenerse en cuenta que la clave está en lograr un equilibrio entre la productividad más óptima y la conservación de la calidad del fruto. Por último, la poda de renovación, como su propio nombre indica es aquella en la que se corta la mayor parte del árbol cuando este es muy viejo o sufre algún tipo de patología severa, tratando así de volver a formar la estructura desde la cruz. No es conveniente realizarla de manera drástica, puesto que esto podría producir estrés.

Tigre del almendro (Monosteira unicostata): insecto heteróptero con forma ovalada y de color marrón grisáceo, con una serie de manchas en tonalidades más oscuras. La apariencia de la larva es muy semejante a la del adulto, aunque más pequeña y con ausencia de alas. Durante el invierno, en estado adulto, permanece bajo la corteza de los árboles o entre la maleza, para posteriormente recobrar su actividad durante la primavera, momento en el cual pasa a ocupar las hojas. La puesta de los huevos la realiza la hembra introduciendo los huevos en el envés de las hojas, en una zona cercana al nervio principal. Una vez que las ninfas surgen de los huevos pasan a formar colonias en el envés de las hojas, donde podrán apreciarse picaduras. El máximo poblacional suele coincidir con el mes de agosto, punto en el que se alcanza la tercera y última generación antes de la vuelta del frío. Los síntomas pueden observarse en las hojas, donde se producen decoloraciones amarillentas, para finalmente terminar por secarse, dando lugar a una acusada defoliación cuando el nivel de infestación es muy alto. En el envés pueden verse excrementos como pequeños puntos negros, así como restos de mudas.

Mosquito verde (Jacobiasca lybica): especie de hemíptero, cuyos adultos de color verde claro tienen una forma alargada, con alas traslúcidas. La larva presenta una apariencia similar, aunque de color blanco, que con el tiempo evoluciona a tonalidades amarillentas, conservando siempre la característica forma alargada. A partir del primer estadio de ninfa es cuando comienzan a aparecer las alas. Dependiendo de la fase en la que se produzca el ataque se desencadenará un tipo u otro de sintomatología. De darse en las primeras fases de desarrollo de los brotes afectará a las hojas terminales, dando lugar a decoloraciones y desecaciones marginales, cuya gravedad será más o menos pronunciada. Si, por el contrario, el ataque ocurre en fases más avanzadas los síntomas se observarán en las hojas ya formadas.

Pulgón verde (Myzus persicae): homóptero de color variable, desde prácticamente incoloro a rosado, aunque por norma general suele adquirir una coloración verde amarillenta. La longitud de las antenas tiende a ser la misma que la del cuerpo. En su ciclo de vida las hembras, que se reproducen asexualmente por partenogénesis alcanzan su máximo de población durante la época primaveral, para posteriormente disminuir en verano, volviendo a aumentar en otoño. Cuando se produce la llegada del frío se reproducen de forma asexual, dando lugar a los huevos, que deposita en el hospedador y cuya forma es la más resistente frente a las condiciones invernales. En zonas donde los inviernos son más suaves no es necesario que pase el invierno en forma de huevo, de forma que a lo largo del año podrán encontrarse adultos y ninfas. Los daños que produce se deben a que la savia es su fuente de alimento, motivo por el cual producen un debilitamiento generalizado de la planta. Además en las hojas se da un abarquillamiento, es decir, se enrollan sobre sí mismas. La secreción de melaza favorece la colonización de las hojas por un hongo patógeno, que forma una capa de color negro sobre las mismas, reduciendo así la actividad fotosintética.

Pulgón harinoso (Hyalopterus amygdali): insecto polífago cuyo huésped principal es el almendro, aunque durante los meses de temperaturas más elevadas puede desplazarse a otras plantas huéspedes, lo que significa que presenta un ciclo de tipo dioico. El adulto es áptero, es decir, no tiene alas, es de color verde pálido y se encuentra recubierto por secreciones cerosas de aspecto harinoso y color blanco, que le dan nombre. Las ninfas de color verde se encuentran también cubiertas por estas secreciones, localizadas fundamentalmente en patas y antenas.Al igual que el pulgón verde, pasan el invierno en forma de huevo y debido a la succión de savia por parte de las colonias, se desencadena el enrollamiento de las hojas en sentido longitudinal. Cuando se produce la migración a hospedadores secundarios se da una reproducción asexual por partenogénesis.

Minadora de los brotes y frutos (Anarsia lineatella): lepidóptero, cuyas larvas pasan el invierno en diferentes huecos, dentro de la corteza de los árboles o en pequeños orificios excavados previamente por ellas. Protegen estas oquedades con restos de corteza e hilos de seda. Cuando las temperaturas comienzan a ser más elevadas las larvas salen al exterior, introduciéndose posteriormente en el interior de las yemas. Completado su desarrollo pupa en el interior de un capullo de seda, del cual emergen los primeros adultos aproximadamente a finales de primavera. Cuando ocurre la reproducción, la hembra realiza la puesta de los huevos, de los cuales emergen las orugas que atacan a los frutos, excavando galerías en su interior. Los daños que producen en el almendro son menores que en otros frutales, como es el caso del melocotonero, ya que el daño se da fundamentalmente en la pulpa del fruto y la parte aprovechable es la semilla. Puede provocar una caída prematura de los frutos, debido a una aceleración del proceso de maduración.

Orugueta (Ectomyelois ceratoniae): insecto lepidóptero polífago, conocido también con el nombre de barreneta. Los adultos presentan un color gris oscuro en cuerpo y alas, que además tienen una serie de manchas negras angulares y sinuosas. Las orugas, por el contrario, presentan un color rosado y cabeza parda. Los huevos, cuya puesta es realizada por la hembra se disponen en el fruto, más concretamente en el punto donde se unen las dos partes de la cáscara exterior de la almendra. Una vez que emergen las larvas, éstas penetran en el fruto a través de un agujero, situándose entre la cáscara interior y la exterior, de la cual se alimentan, pudiendo llegar también a la semilla. Las variedades de cáscara blanda, es decir, aquellas que pueden pelarse con mayor facilidad son las más sensibles a esta plaga. Cuando los frutos están verdes es posible distinguir en el ombligo del mismo una serie de hilos y una especie de serrín, que corresponden a las deyecciones de la larva. Sin embargo, con el paso del tiempo esto desaparece, haciendo prácticamente imperceptible el ataque.

Arañas amarillas y roja (Eotetranychus carpini, Tetranychus urticae y Panonychus ulmi): ácaros tetraníquidos, de los cuales los dos primeros se desarrollan en el envés de las hojas, mientras que la araña roja lo hace tanto en el envés como en el haz. E. carpini y T. urticae tienen una apariencia muy similar, ya que ambos son de color amarillo y tienen forma ovalada. Sin embargo presentan algunas diferencias, puesto que E. carpini tiene puntos oscuros a cada lado del cuerpo, mientras que T. urticae únicamente tiene una mancha oscura de mayor tamaño a cada lado. Durante el transcurso del invierno, aunque ambos se mantienen en su forma adulta, el primero se refugia en grietas y en la corteza del árbol, mientras que el segundo lo hace en la cubierta vegetal. Reanudan su actividad en primavera y tienen varias generaciones, que forman colonias en zonas cercanas a los nervios de las hojas, donde se alimentan. P. ulmi pasa el invierno como huevo, dispuesto en el tronco y las ramas del árbol. Se diferencia de las especies anteriores puesto que presenta una coloración rojiza, además de pelos en la zona dorsal, los cuales se conocen con el nombre de quetas. Debido a las picaduras realizadas por los ácaros, se da una decoloración en las hojas. En el caso de las arañas amarillas, la coloración de la hoja se torna amarillenta, mientras que cuando el ataque es producido por la araña amarilla el color va perdiendo progresivamente intensidad y se alcanza una tonalidad mate. Pueden llegar a desencadenar graves defoliaciones que pongan en peligro el desarrollo correcto de la actividad fotosintética.

Avispilla (Eurytoma amygdali): especie de himenóptero de cuerpo delgado y alargado en tonalidades oscuras, que únicamente tienen una generación por año, de gran relevancia, puesto que puede llegar a ocasionar pérdidas de hasta el 90% de la cosecha en aquellas variedades que son más susceptibles. Presentan dimorfismo sexual, de manera que las hembras tienen un tamaño mayor que el de los machos. Durante el transcurso del invierno se encuentran en estado larvario en el interior de la cáscara del fruto. Las almendras afectadas se mantienen en el árbol momificadas hasta la primavera, manteniéndose incluso hasta después de la cosecha. La puesta de los huevos la llevan a cabo las hembras, que los disponen en el interior del fruto recién cuajado. La larva que emerge del huevo se alimenta de la semilla hasta la llegada del verano. Los síntomas de esta plaga incluyen un cambio en la coloración de las almendras que se tornan de color gris y toman un aspecto de deshidratación. 

Gusano cabezudo (Capnodis tenebrionis): coleóptero de color negro con manchas grises en estado adulto, que durante el invierno se mantiene en la cercanía del árbol, generalmente en el suelo, para durante la primavera subir a la copa de los árboles, donde se alimentan de los brotes. La hembra realiza la puesta en el suelo durante los meses de verano, cerca del tronco. Las larvas son las que provocan los daños más graves, debido a que excavan galerías desde las raíces, ascendiendo poco a poco un provocando un debilitamiento progresivo, que lleva a un descenso de la producción. Es posible encontrar en el interior de la madera larvas del año anterior, es decir, que se encuentran en un estado de desarrollo distinto. Si el ataque resulta muy fuerte es posible que llegue a producirse la muerte del árbol. Todos los árboles que han sido afectados son más susceptibles al ataque de otras plagas.

Orugueta del almendro (Aglaope infausta): perteneciente al orden de los lepidópteros. Las orugas, que durante el invierno se encuentran en estado latente, comienzan a aparecer una vez iniciada la brotación de la planta huésped, momento a partir del cual pueden comenzar a alimentarse de las yemas y las hojas más tiernas. Esta actividad se mantiene hasta mediados de la primavera, cuando alcanzan el nivel de desarrollo completo. A continuación se conforman las crisálidas de las que emergen las mariposas, cuya función principal es la de reproducirse. La puesta de los huevos se efectúa en los huecos de la corteza. Una vez que salen las orugas pertenecientes a la siguiente generación, se mantienen durante un corto periodo de tiempo alimentándose, para posteriormente pasar los meses de más calor en verano y frío en invierno resguardadas. Durante las primeras etapas las larvas se asemejan a una lombriz de color grisáceo, para después ir adquiriendo las llamativas tonalidades que caracterizan a esta especie. Presentan unas protuberancias de color morado con pelos salientes, que pueden causar reacciones por contacto.

Oruga verde del almendro (Orthosia cerasi): lepidóptero cuyo adulto es una mariposa de alas con colores que varían entre el gris y marrón anaranjado, con dos grandes estigmas como característica más distintiva, mientras que la oruga es de color verde y se encuentra finamente moteada. Los síntomas de esta plaga comienzan a aparecer en primavera, momento en el cual de las crisálidas, que han pasado todo el invierno en el suelo, salen los adultos. Seguidamente se produce la puesta de los huevos en el árbol y su eclosión posterior. Las larvas son las que producen los daños más graves, ya que se alimentan de las almendras, que todavía no se han endurecido. Una misma larva puede llegar incluso a alimentarse de varios frutos, de manera que de darse un ataque masivo los niveles de producción pueden verse reducidos de forma considerable. Presentan una única generación anual.

Barrenillo de los frutales (Ruguloscolutys (Scolytus) amygdali): coleóptero de cuerpo cilíndrico, de color oscuro, en su fase adulta. Al contrario de lo que ocurre en algunas especies, no presenta un dimorfismo muy acusado entre el macho y la hembra. En un mismo año se dan dos generaciones. Durante el invierno las larvas se resguardan en el nido, que generalmente se dispone bajo la corteza. La primera emergencia de los adultos, tras una etapa de ninfosis, se da en los meses entre mayo y julio, seguida de una segunda que sucede en el mes de agosto, más concretamente a mediados. La hembra excava una galería en la corteza donde deposita los huevos, de los cuales saldrán las larvas, que a su vez perforarán nuevas galerías, que poco a poco se van ensanchando a medida que se desarrollan, terminando en lo que se conoce como una celda ninfal. Para la construcción de estos túneles las hembras se decantan con aquellos árboles que presenten un mayor vigor vegetativo. Los daños que producen se dan debido a los orificios de alimentación de los adultos, en brotes jóvenes y yemas y los asociados con la creación de las galerías de cría, anteriormente mencionadas. Debido a ello se da un debilitamiento del árbol.

Nematodos agalladores (Meloidogyne spp.): como su propio nombre indica, se trata de parásitos internos formadores de agallas, es decir, de estructuras de tipo tumoral inducidas como respuesta a su presencia, con un crecimiento anómalo con el que el árbol trata de aislar el ataque o la infección. Asimismo, las hembras son consideradas como endoparásitos sedentarios. Su ciclo se inicia con un huevo, en el cual sucede la primera fase, llegando así al estadio infectivo, el cual entrará en la caliptra de la raíz, disponiéndose en zonas cercanas a los haces vasculares, que son un punto estratégico en el que tienen garantizado el alimento. A continuación se producen otras tres mudas más, originándose así los adultos. En esta etapa presenta un claro dimorfismo, puesto que las hembras adquieren una forma globosa, mientras que los machos mantienen una forma más vermiforme.

Monilia o podredumbre parda (Monilinia spp.): hongos ascomicetos considerados como uno de los patógenos de mayor relevancia, debido a las importantes pérdidas económicas que lleva asociadas. Se caracteriza por formar un pseudostroma (compactación hifal), generalmente plano, que desencadena la formación de las fructificaciones esporígeras, que pueden ser sexuales y asexuales. Estas últimas son las más comunes. En la época invernal se mantienen momificados en los frutos, en los tejidos infectados de las ramas, los pedúnculos de los frutos o los chancros de las ramas. Entre los síntomas que caracterizan su infección se encuentran el quemado o secado de las flores, producido por la infección a través de esporas; el quemado o secado de brotes y ramas jóvenes, como consecuencia de la infección a través de las flores afectadas, que llega hasta la corteza de la rama a través de los pedúnculos del fruto, comenzando a aparecer manchas de color marrón que colapsan la zona, provocando una pérdida de turgencia, que de forma gradual se va extendiendo; la formación de chancros, debido a la entrada del hongo a través de previas lesiones por frío o tratamientos plaguicidas, entre otros; y, por último, la podredumbre de los frutos, que es el síntoma más grave y se produce también por la infección a través de las flores contaminadas en un primer momento. Cuando los frutos son verdes presentan una mayor resistencia frente a la infección, que se va perdiendo con la maduración del mismo. Aunque la infección comienza superficialmente con la aparición de manchas marrones en la superficie, la semilla, de verse afectada, terminará pudriéndose o perdiendo su capacidad de germinación.

Cribado o perdigonado (Coryneum beijerinckii): hongo cuyo ataque se produce en diferentes zonas del árbol, como las hojas, los frutos y las ramas. Durante los meses con temperaturas más elevadas esta especie se mantiene en un estado de inactividad, para después pasar a una segunda fase más activa en otoño, cuando disminuyen las temperaturas y aumenta el grado de humedad en el ambiente. En invierno el hongo se mantiene en las escamas de las yemas afectadas o en los chancos en forma de micelio. Cuando se inicia la primavera empieza la esporulación desde estos puntos. Las esporas se van dispersando por la acción de la lluvia y el viento, motivo por el cual en las primaveras con mayor índice de precipitación la propagación sufre un incremento. Los síntomas pueden observarse en todos los puntos infectados, donde aparecen unas manchas entre rojas y marrones, que terminan por necrosarse. En las hojas estas manchas se secan y se desprenden, dando lugar a las perforaciones que le dan el nombre de perdigonado a esta patología. Ataques severos producen defoliaciones, que pueden incluso reducir la actividad fotosintética.

Lepra o abolladura (Taphrina deformans): hongo parásito conocido también con el nombre de Exoascus deformans, que afecta principalmente a las hojas. Su ciclo de vida se caracteriza por presentar diferentes cambios en cuanto a la morfología. En un primer momento se trata de hongos unicelulares saprófitos, que pasan a constituir hongos filamentosos, fase que representa el estado de parásito. Tiene la capacidad de mantenerse durante el invierno en forma de ascospora en la superficie de la planta, manteniéndose así latente hasta la llegada de la primavera. Los síntomas, dado que la afectación se produce en las hojas son la aparición de abolladuras amarillentas, que acaban adquiriendo unas tonalidades rojizas y terminan por deformarse por completo. Estas deformaciones se deben a una estimulación del nivel de crecimiento y división celular, por encima de los valores considerados como normales. En el envés de las hojas aparece una pelusa blanquecina, más notable a medida que avanza la infección.

Mancha ocre (Polystigma ochraceum): hongo patógeno que lleva a la defoliación temprana del árbol, que coincide con los meses de verano, debido a las altas temperaturas y necesidades hídricas. Como consecuencia de ello la cosecha se ve afectada, puesto que se pierde la capacidad de realizar la función fotosintética, impidiendo así el almacenamiento de reservas para el posterior cuajado de los frutos. Esta afectación se produce en primavera, mediante esporulación, tras un invierno en el que el hongo continúa evolucionando, una vez que las hojas han caído al suelo. Los síntomas aparecen, por tanto, en las hojas donde se forman unas manchas de color marrón que en verano cambian a tonalidades rojizas. Con el paso del tiempo las manchas terminarán por necrosarse, tras un aumento de grosor.

Chancro (Phomopsis amygdali): hongo cuya infección se extiende en los meses de primavera, cuando la lluvia, el rocío y el grado de humedad elevado provoca un goteo que arrastra las esporas de unos brotes a otros. Esto favorece la infección en la parte más baja de la copa de los árboles. Es posible que se den también infecciones en el otoño, durante la caída de las hojas. El síntoma más característico y visual es la desecación de los brotes que han sido afectados. Si el ataque es muy severo es posible que termine por secarse toda la parte inferior del árbol, lo que le da un aspecto fácilmente distinguible. En las ramas afectadas se forman chancros ovalados de color marrón, los cuales se extienden en torno a las yemas. Pueden confundirse con los que provoca la monilia (Monilinia spp.), previamente descrita. El hongo produce además una toxina que en su transporte a través de la savia desencadena el cierre de los estomas, secando así los brotes en sentido descendente. No es común la necrosis en hojas.

Antracnosis (Colletotrichum acutatum): patógeno, cuya presencia es poco frecuente en zonas tradicionales del cultivo, aunque, de darse las condiciones climáticas necesarias, puede llegar a tener una gran relevancia. En las épocas más desfavorables se mantiene momificado en los frutos o en forma de micelio en la madera y en brotes. Durante el cuajado de los frutos es cuando comienzan las primeras infecciones, coincidiendo con la llegada de temperaturas más favorables y el aumento de las precipitaciones. Afecta a flores, frutos, hojas y brotes, aunque el síntoma más común aparece en los frutos, donde se forman unas lesiones circulares, ligeramente deprimidas, de color naranja. Al inicio del desarrollo de la patología los brotes y ramas con frutos infectados muestran amarillez y desecación en las hojas. Se cree que la muerte de las ramas, así como la desecación foliar se debe a la producción de toxinas por parte del hongo.

Roya (Tranzschelia pruni-spinosae): hongo basidiomiceto, que únicamente puede completar su ciclo en dos huéspedes distintos, que corresponden con plantas herbáceas en la primera fase, continuando con especies leñosas. Aún así no es una de las patologías con mayor importancia, puesto que suele darse de manera más esporádica, aunque bajo unas condiciones de elevada humedad pueden darse daños más severos, dando lugar a una elevada defoliación. La infección de nuevas hojas se produce en la primavera, por lo que el patógeno debe mantenerse en forma de esporas de resistencia en hojas caídas o como micelio en ramas afectadas, durante los meses con condiciones menos favorables. Su presencia se detecta con facilidad en el haz de las hojas donde aparecen numerosas manchas de pequeño tamaño y color amarillento. En el envés se forman unas pústulas de color marrón, que son las que contienen las esporas.

Verticilosis (Verticillium dahliae): enfermedad provocada por la acción del hongo patógeno que le da nombre, que lleva a una decoloración y enrollado en las hojas. Puede llegar a causar la muerte del árbol, ya que van secando sus ramas progresivamente. Su transmisión puede darse entre árboles de la misma especie o por el contagio a través de un huésped, como pueden ser especies adventicias y otras especies cultivadas en zonas colindantes. El hongo infecta al árbol a través de las raíces, aprovechando lesiones sobre su superficie producida por labores realizadas por el agricultor o por acción de otros seres vivos, como insectos o nematodos. Una vez ha alcanzado el interior, el micelio del hongo se extiende, con relativa rapidez, a través del sistema vascular, produciendo una reacción a las sustancias viscosas producidas por el patógeno, las cuales taponan los vasos conductores.

Podredumbre del cuello (Phytophthora spp.): género que abarca a diferentes especies, todas ellas oomicetos, que producen un marchitamiento, pudiendo mantenerse en el suelo en el transcurso de varios años,en ausencia de un huésped, sobre todo en las capas más superficiales, en sustratos orgánicos como restos vegetales y humus. Los factores que más favorecen su desarrollo son las altas temperaturas y un exceso de agua. En invierno se localiza en las raíces, tubérculos y bulbos infectados o en el suelo, en diferentes formas. Su transmisión se da por el viento y la lluvia, lo que causa su caída hacia el suelo, donde se extiende, motivo por el cual su mayor incidencia se da en zonas de regadío. Penetra en el huésped a partir de heridas superficiales desprotegidas o aberturas naturales. Los síntomas se concentran en el cuello y las raíces principales, que se van pudriendo y la corteza se va deshidratando, tomando así una coloración oscura. La enfermedad avanza con relativa facilidad y los árboles que la sufren presentan debilitamiento generalizado, caída de hojas, marchitamiento, frutos de poco calibre y mala maduración, colapso e incluso la muerte. Todos estos síntomas dependen de la severidad y el nivel de afectación.

Podredumbre de raíces (Armillaria mellea): hongo que puede ser patógeno para determinadas especies, como es el caso del almendro, pero que para el ser humano es comestible. Como indica el nombre común que recibe, causa pudrición radicular, aunque los síntomas principales se observan en las copas de los árboles y, por supuesto, en el marchitamiento e incluso muerte de las ramas. En definitiva, provoca la muerte de la planta debido a la pérdida de capacidad para absorber, a través de las raíces, los nutrientes y el agua necesarios para su supervivencia. Es común en cultivos dispuestos sobre suelos compactos, pesados y húmedos que tienden a la asfixia radicular y en plantaciones jóvenes que se asientan en zonas con previo aprovechamiento forestal. En las raíces empieza a producirse un cambio de color, volviéndose más pardas y posteriormente se llega a un ennegrecimiento de la corteza. Todos aquellos tejidos a donde se expanda el parásito se disgregarán, transformándose en una masa fibrosa. Cuando la infección llega hasta las raíces cercanas al cuello es posible que progrese ascendentemente hacia la base del tronco, donde aparece una lesión, que se manifiesta con exudaciones de savia o goma.

Mancha bacteriana de los frutales de hueso (Xanthomonas arboricola): especie de proteobacteria, cuyos síntomas pueden confundirse entre diferentes especies, así como con los de otras bacterias u hongos, entre otros. Aunque de darse las condiciones óptimas, ninguna variedad es resistente, si existen diferentes sensibilidades, es decir, que podrán verse árboles con síntomas muy severos al lado de otros con síntomas más leves. Es posible que se den también infecciones latentes, lo que significa que aunque el árbol está infectado no se llegan a desencadenar síntomas. En las hojas aparecen manchas delimitadas por nervios secundarios, que podrán verse tanto en el haz como en el envés, llegando a un amarillamiento de las hojas. Se da además una importante defoliación. En los frutos se distinguen manchas rodeadas de un halo amarillo, que con el paso del tiempo se necrosan, produciendo la emisión de goma.

Agalla o tumor del cuello (Agrobacterium tumefaciens): proteobacteria, denominada también Rhizobium radiobacter, que desencadena la formación de tumores conocidos como agallas, los cuales crecen fundamentalmente en la zona de unión entre las raíces y el tallo, es decir, en el cuello. El patógeno alcanza las heridas pequeñas a través de las que se introduce, guiándose por los fenoles que la planta expulsa. Puede sobrevivir en el suelo como organismo saprófito durante años, alimentándose de diferentes materiales en descomposición. En el otoño y el invierno cesa su actividad, reanudándola cuando las condiciones son más favorables. La sintomatología propia de esta enfermedad lleva a que pueda confundirse con daños por enfermedades radiculares producidas por hongos, como Armillaria mellea o debido a deficiencias nutricionales. Los únicos síntomas externos que pueden observarse se dan alrededor del cuello. El debilitamiento progresivo del árbol se relaciona con la dificultad de circulación de la savia, que puede incluso llegar a causar la muerte de la planta. Las pérdidas más importantes se dan en los viveros, puesto que las plantas jóvenes son mucho más vulnerables.

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