GRUPOS DE CONSUMO
Introducción
Los grupos de consumo, generalmente de productos provenientes de agricultura y ganadería ecológica, son grupos de gente que se une con el fin de pedir una serie de productos de manera colectiva, logrando así un abaratamiento de los costes que puede llegar a suponer el transporte de los alimentos. Además, dado que se trata de pedidos grandes, a los productores les resulta mucho más rentable llevar el pedido al lugar que corresponda. Recientemente este nuevo sistema está teniendo una fuerte expansión, puesto que presenta características muy interesantes.
Por norma general, los grupos de consumo se ponen en marcha iniciando contacto con productores de la zona que les abastezcan directamente. En las primeras fases suele recurrirse a productos frescos, puesto que su consumo es muy cotidiano y generalizado, para posteriormente ir ampliando la relación con otros productores que oferten otro tipo de alimentos. Dado que la gestión de este tipo de pedidos a diversos proveedores acarrea una complejidad, los grupos de consumo tienen un tamaño limitado y, a menudo los pedidos se llevan a cabo mediante el sistema de lo que se conoce como “cesta fija”.
Historia
Tras la crisis alimentaria que se generó debido a la Segunda Guerra Mundial, los procesos de industrialización llegaron incluso al sector agrario, dando lugar a lo que pasó a conocerse como la Revolución Verde. En aquellos países donde las consecuencias de la guerra fueron más severas, a partir de los años 60 surgieron una serie de movimientos, cuyo fin era el de servir como alternativa frente a esta revolución. Durante esos años se produjeron además numerosas migraciones de la población rural hacia las ciudades, lo que dio lugar a importantes desequilibrios, tanto territoriales como sociales.
Japón fue uno de estos países, en el que numerosos grupos de gente contactaban directamente con los agricultores que les abastecían de alimentos. Posteriormente, concretamente una década más tarde, surgió el modelo Teikei, que significa conexión y que nació gracias al impulso de la Asociación de Agricultura Ecológica de Japón, fundada en el año 1971. Este movimiento se sustenta a través de la cuota que pagan los socios, de manera que no es subvencionado por ningún gobierno o corporación. Establece una serie de formas de relación entre los productores y consumidores, que se encuentran recogidas en una Carta de Compromiso, en la que a su vez se definen 10 principios, en los cuales se basa la forma y funcionamiento de cada uno de los grupos, así como la relación y el compromiso mutuo entre productores y consumidores:
- Principio de ayuda mutua: la esencia de este modelo no radica exclusivamente en el comercio, sino también en la relación entre las personas que lo conforman. Por este motivo, los productores y consumidores deben tener un cierto grado de compromiso para ayudarse unos a otros, sobre una base de comprensión mutua.
- Principio de producción planificada: dentro de la capacidad de las fincas de cada uno de los productores, estos mediante consultas a los consumidores deben ser capaces de producir la mayor cantidad y variedad posible de productos.
- Principio de aceptación del producto: los consumidores, previa consulta con los productores, deben aceptar siempre todos los productos suministrados.
- Principio de mutua concesión en la decisión del precio: a la vez que los productores deben tratar de ahorrar en la medida de lo posible respecto a la mano de obra y costes de producción, como pueden ser los generados en los procesos de clasificación y envasado, los consumidores deben tener también presente que cuentan con el beneficio de recibir alimentos frescos de calidad con regularidad.
- Principio de profundización en las relaciones amistosas: el cual se logra maximizando el contacto entre los socios, desarrollando así las relaciones entre productores y consumidores.
- Principio de autodistribución: el transporte, hasta su destino final, de los productos debe realizarse de manera que no se depende de transportistas externos, es decir, deben encargarse de ello los productores o los consumidores.
- Principio de gestión democrática: se sigue un sistema de responsabilidad compartida por todos.
- Principio o aprendizaje en cada grupo: ambos grupos deben aprovechar hasta modelo para estudiar y aprender entre ellos.
- Principio de mantenimiento del tamaño adecuado de los grupos: todos los principios previamente mencionados no serán viables si el territorio de estos grupos es demasiado extenso o si el número de afiliados es muy elevado. Por ello, para que se de un incremento en el número de personas integrantes, deben componerse nuevos grupos, impidiendo así que los ya formados se conviertan en inviables.
- Principio de desarrollo constante: en un primer momento es posible que ni productores ni consumidores tengan la capacidad de cumplir todos los principios que se han descrito. Sin embargo, es necesario seguir adelante, con el fin de poco a poco ir cumpliendo con todos los requerimientos.
Después de más de 30 años de experiencia, en Japón existen actualmente unos 5000 Teikeis, en los que se estima que están involucradas más de un millón de personas. Otras muchas personas se encuentran agrupadas en otro tipo de fórmulas de cooperativas de consumo.
En Estados Unidos, a finales de los años 70, surgieron los Community Supported Agriculture (CSA), tratando de hacer así frente a la desaparición de las pequeñas explotaciones agrícolas a lo largo de todo el país y a las dificultades que, en muchos casos, tenía la población urbana para acceder a productos frescos. Este movimiento apareció de forma autónoma e independiente de la administración y fue adoptando diferentes modelos de relación entre productores y consumidores. Actualmente son muchas las familias que se organizan en estos grupos, garantizando así un apoyo continuo a los pequeños productores, que pueden dar así salida a sus productos a pequeña escala. Paralelamente se ha desarrollado también una extensa red de mercados de productores ecológicos o no en un gran número de ciudades, como es el caso de Nueva York, donde semanalmente pueden llegar a celebrarse, en distintos lugares de la ciudad, hasta 50 mercados de productores.
En Europa también pueden encontrarse este tipo de proyectos. La red más importante que se sigue desarrollando en la actualidad son los AMAPs (Associations pour le Maintien d’une Agriculture Paysanne). Aunque actualmente se trata de una red autónoma, en un primer momento surgió como una alianza entre organizaciones de productores, ecologistas y consumidores.
Todos estos ejemplos están relacionados con una misma idea, que es la de que la agricultura no es únicamente asunto de los productores, sino que debe considerarse como un bien social del conjunto de la sociedad, motivo por el cual la totalidad de la misma debe comprometerse con ella. Las tres experiencias surgen de una carta de compromiso y la alianza entre organizaciones de productores y otras organizaciones sociales. A partir de estas fórmulas, el movimiento sigue creciendo en todo el mundo.
Grupos de consumo en España
La modernización dentro del sector agrícola, llegó a España más tarde que a otros países europeos, tal y como ocurrió también con la agricultura ecológica. En Reus surgió a mediados de los 80 lo que se conoció como El Brot, que fue la primera cooperativa de consumidores de productos ecológicos. Por esa época también nació Ecoconsum y lo que actualmente es la Federación Andaluza de Consumidores y Productores Ecológicos (FACPE). A partir de ese momento, a lo largo de todo el territorio fueron apareciendo diversas asociaciones de consumo de productos ecológicos, que a día de hoy agrupan a miles de personas en diferentes ciudades y zonas rurales, cada una de las cuales posee un modelo distinto.
Principios de los grupos de consumo
- Compromisos económicos entre producción y consumo, logrando una viabilidad de las explotaciones y minimizando la influencia de los precios de mercado.
- Apoyo a las pequeñas explotaciones y mantenimiento de la población en el medio rural.
- Asegurar que la producción se está llevando a cabo bajo unas condiciones de trabajo dignas.
- Comunicación directa y permanente entre productores y consumidores, que garantiza una profundización de las relaciones y, por tanto, un aumento en la comprensión mutua.
- Fomento de las producciones diversificadas, evitando así las grandes extensiones de monocultivos y del uso de variedades locales agrícolas y ganaderas.
- Aprovechamiento sostenible de los recursos locales disponibles. El fin es buscar una autosuficiencia y lograr un cierre de los ciclos ecológicos dentro de las fincas, lo que generalmente no ocurre en las explotaciones agrícolas y ganaderas.
- Producción de temporada, concienciando al consumidor sobre la idea de que no en cualquier época del año puede disponerse de cualquier producto que se desee.
- Minimización de las distancias de transporte de los alimentos.
- Conexión entre el mundo rural y los núcleos urbanos.
Modelos de venta
En definitiva, este modelo de venta ha permitido un crecimiento del mercado interior estatal, lo cual ha supuesto además una gran oportunidad para los pequeños productores, que pueden poner a la venta su producción en buenas condiciones. Este modelo resulta cada vez más viable, a medida que las redes de distribución y consumo se van fortaleciendo. Existe diversas formas de organizar los pedidos:
- Por pedido: cada uno de los consumidores realiza semanalmente o mensualmente, dependiendo del sistema en que se base el grupo, un pedido escogiendo entre las posibilidades que existen de cada uno de los cultivos disponibles de temporada. Los precios de los productos suelen acordarse previamente con el agricultor para cada temporada.
- Sistema de cesta fija: cada semana o con menor frecuencia, el agricultor prepara una cesta para cada consumidor con los alimentos disponibles. El precio y la cantidad de alimentos se fijan previamente entre productores y consumidores y permanecen fijos durante toda la campaña.
- Sistema de cooperativa unitaria: los consumidores pagan una cuota fija al mes, que alcanza para suplir los costes parciales o totales del cultivo, incluyendo los ingresos para el agricultor. A cambio, reciben una parte proporcional de la cosecha, en función de su aportación económica. De alguna manera podría decirse que los consumidores se convierten en socios de los productores.